La sociedad actual está atravesando procesos de cuestionamiento de las viejas estructuras políticas, económicas, religiosas y demandando nuevas formas de intercambio social para sobrevivir y crecer en contextos más caóticos, incomprensibles, quebradizos acelerados con la pandemia Covid-19.
La empresa, desde su doble rol como productora de bienes y servicios y como institución social no es ajena a este proceso de cuestionamiento y demanda. La concentración en aspectos financieros -económicos no será suficiente para garantizar su aceptación y permanencia en la sociedad.
En su Informe anual 2020 la Consultora Deloitte destaca: “En sólo algunos años el concepto e empresa social – una organización cuya misión combina el crecimiento económico y la obtención de ganancias con la necesidad de apoyar y respetar a su entorno y su red de grupos de interés – ha pasado de ser una intrigante nueva idea a una concreta realidad empresarial.” Y yo agregaría también, una concreta demanda social.
Esto desafía a la empresa a escuchar atentamente el entorno externo e interno y administrar activamente las tendencias que están dando forma al mundo de hoy y sobre todo los impactos que la empresa produce en su entorno. Impactos que debería evaluar sobre la base de las relaciones que la empresa mantiene con sus trabajadores, clientes, competidores, proveedores, comunidades locales y sus representantes y no sólo desde su rendimiento financiero.
El pasaje a una empresa más social interpela a sus líderes hacia acciones dirigidas a construir y sostener relaciones basadas en los valores de la confianza, credibilidad, coherencia y responsabilidad social externa e interna.
Entre los factores que contribuyen al aumento de las empresas sociales, tanto en la Argentina como en el mundo, hay – según el Informe de la Consultora Deloitte, tres fuerzas macro que impulsan con urgencia este cambio:
1 Con la generación millennial a la vanguardia: los jóvenes cuestionan activamente las premisas básicas del comportamiento empresarial y los principios sociales que los guían. En la Argentina, donde los jóvenes tienen un alto índice de participación social, juegan un papel importante en el lugar donde trabajan y en lo que consumen.
De las encuestas realizadas por Deloitte, el 86% de los millennialspiensan que el éxito empresarial debe medirse en términos de “algo más” que su desempeño financiero. Hoy, los millennials conforman la mayoría de la fuerza laboral y al estar hiperconectados, tienen la posibilidad de adoptar nuevas tecnologías con mayor rapidez que otras generaciones y rastrear información sobre compañías y sus productos, al mismo tiempo de poder expresaren redes sociales sus opiniones a un público más amplio y global en tiempo real.
2 Vacío de liderazgo en la sociedad y en sus gobernantes, se espera que las empresas llenen ese vacío.
3 Los avances en la inteligencia artificial (IA) y las nuevas tecnologías de comunicación están cambiando cómo se hace el trabajo, quién lo hace y cómo influye en la sociedad.
Ser una empresa más social significa estar atento a las presiones de estas tres fuerzas y comprometerse con acciones más ecológicas. Hacia adentro: desarrollando líderes que empoderan a sus trabajadores, crean y sostienen entornos de trabajo más saludables. Hacia afuera: líderes que trabajan en colaboración con los gobiernos y los organismos reguladores en pos de mantener un mercado con reglas de juego más justas y equitativas, que construyen diferentes formas de asociatividad con las comunidades locales, y regionales y que se comprometen junto con las organizaciones educativas públicas y privadas en la formación en valores y competencias que la sociedad necesita para desarrollarse y mejorar la calidad de vida de sus habitantes en los nuevos entornos. .
Fuente consultada: Tendencias globales de Capital Humano, Deloitte, 2020.
Carmen Rafaela Pensado
Prof. del ISFT Nº 204 Mar del Plata
Licenciada en Administración de Empresas
Lic. en Psicología c/orientación en Psicología Organizacional y del Trabajo
